El Diletante Guacho Fané

En el seno del sufrimiento hallé el sendero secreto del deleite...

jueves, febrero 16, 2006

había un estanque en el calvero

(el sábado fui a ver al flaco Spinetta al rosedal)

el menú se ofrece liviano:
es preciso dilatarse
la luna está agresiva
ella reclama su música


hay unos dedos que gatillan un tren de notas redondas
conceden el ambiente femenino, te envuelven
con un copo de azucar rosado
configurando las fragancias al invocar ciruelas
duraznos, jazmín

las pelotas / naranjas, granates, verdes
se quedan rebotando por el pasto, entre la gente


el del fondo va trotando con 5 pulmones
así de cómodo apila los pulsos

lo observo desplegando el filete
impecable, invisible…
¡él solo ve que ahí cabe un rulo mas!


ahí, con la viola, siempre joven
acá, con la pluma, siempre joven



más cerca hay uno tecleando: es el dueño
de las armonías, el que sacude el llamador de ángeles

una sola vez se borra la sonrisa
hecha mano a su tormento y digita incoherencias

ahí también lo siento, disonando


ahora por fin veo al chamán
es un hilo, ¡ahí, vibrando!
agoniza sus latidos al micrófono
sus cantos son siempre un ruego

dice en todo:

es el rock
es puro amor

viernes, febrero 10, 2006

Nazco a mi muerte

es de hace un tiempo, pero lo encontré y veo que igual es actual

"Hay una fibra que conecta lo real con el espíritu, delgada, invisible, inconcebible. Las intercesoras, las conjuradoras que moldean la muerte arpegian dicho nervio. Cantan solo en ecos prehistóricos y viven merced a otras invocaciones..."

La fiera llora y no sabe abstraerse, no se anima, no ve como decidir. Alucina y se aterra. Estamos hablando de lo mismo: nuestra habilidad es hacer la nada. Digo: blanco y negro es lo mismo. Y no que da igual, si no que es la misma cosa! Besame y desesperá: sombra. Disparame hace un rato oraciones cortas: nada. De eso vamos a hablar? Yo te quiero fruta mágica del silencio ofreciendo-negando tu salvaje duende.

Nazco a mi muerte. Me muero a la luz de mi percepción y al desengaño de las formas. Empiezo a desestructurar y me entero de la inexistencia de cualquier idea. Muere el que fui para buscar a uno que fui aún antes. La sombra da efervescencia al lejano arrullo en la memoria de esa fascinación primera ante las cosas, la reacción pura del espíritu. Ya no la tengo mas...


Igual es siempre la misma historia. Desde el lado que se dice realidad, cotidianeidad, me tengo que manejar con la pretensión de la misma manera que con mi curiosidad intelectual-espiritual. Soy un desfasado, no puedo ser otra cosa porque soy un soberbio -o sea un inseguro-.

No se si sea que lo que estoy leyendo siempre se apodera demasiado de mis meditaciones (no creo, sabido es que no soy un gran lector) o si la revolución es plenamente real para mi. Cito: "el flash de los descubrimientos despertó mi capacidad intuitiva pero anestesió mi discurso". Es por eso que aúllo el silencio, que digo que no puedo ni hablar. Es por eso que la palabra no me significa. Por mi impotencia para manipular esa maravillosa herramienta y por que a pesar de todo es un molde artificial, un cajón bien cuadradito del lado de acá en el que se quiere meter a la fuerza a un alma totalmente informe e incluso de otro orden dimensional.

El vacío es ya.

Lo único que te mueve es la ira:
es un transcurrir indiferente
o es ser un pantera de ojos incandescentes.


Todo esto es relámpago líquido. Cuando se lee suena certero como el golpe que te rompe la nariz, pero mi sentir es tan suave, tan inefable que no puedo hablar de nada con seguridad.

No puedo hablar

lunes, febrero 06, 2006

2 poemas inconclusos

I

a ella la desespera la novedad
nacer es siempre morir para el alma de divina pureza

yo quisiera regalarle un desvelo
no pétalo, no pluma
mas bien dedal, cucharita de café, frazada


reconozco, y me insto:
cada cosa que hago es un ensayo para habitarte

filtrarme hasta el último reducto:
la única presencia



II

en el instante vórtice de lo eterno
asomada al vacío vulnerable
se halla una pupila despojada
de todo sentido

ir tras la palabra virginal enmudeciendo la estridencia del cristal escindidor
desde tu iris lo comprendo

empecé a buscar en mi cuadra

me acuerdo de una tarde, cuando era nene:
mi mamá sentada en la puerta del almacén
yo y mi hermano
jugando en la vereda

mi hermano le hablaba a mi vieja a través de un tubo
no sé que tubo
y ella se reía, y le respondía del otro lado

yo empecé a buscar en la cuadra
todo lo que pudiera servir para este mismo propósito

no sabía hablar
entonces grité
a través de cada tubo que encontré

cuando no hallé más
y me vi solo
me quedé quieto y pensé
sin palabras
“ya está, gasté todos los que existen”

sin embargo
algo faltaba