El Diletante Guacho Fané

En el seno del sufrimiento hallé el sendero secreto del deleite...

domingo, enero 20, 2008

“Yo soy el primero que he reivindicado para la voluntad la primacía que le pertenece, transformando así todo el dominio de la filosofía”



Schopenhauer tirandole puntas a Freud:


Todo esto corresponde al importante papel que juega la relación sexual en el mundo humano, donde es realmente el centro invisible de toda acción y conducta, y se puede atisbar por todas partes a pesar de los velos que lo cubren. Es la causa de la guerra y la meta y objeto de la paz, el fundamento de lo serio y la finalidad de lo jocoso, la fuente inagotable del ingenio, la clave de todas las alusiones y el significado de todas las insinuaciones misteriosas, de todas las proposiciones tácitas y todas las miradas robadas; es la meditación diaria del joven y a menudo también del anciano, el pensamiento permanente del impúdico e incluso a menudo aparece en la imaginación del casto contra su voluntad, el material siempre disponible de la broma precisamente porque lo profundamente serio está situado en su raíz .

Próximo al amor a la vida, [el amor sexual] se muestra a sí mismo... como el más poderoso y activo de todos los motivos e incesantemente reclama la mitad de los poderes y pensamientos de la parte más joven de la humanidad. Es la meta final de casi todo esfuerzo humano; tiene una desfavorable influencia sobre los asuntos más importantes, interrumpe continuamente las ocupaciones más serias y a veces deja perplejas por un tiempo incluso a las grandes mentes. Parece no dudar en introducirse con su morralla e interferir en las negociaciones de los hombres de Estado y las investigaciones de los eruditos. Sabe como deslizar sus cartas de amor y sus rizos incluso en los portafolios ministeriales y los manuscritos filosóficos.


Y, nuevamente, qué haremos con esta escena accidental?




La vida como dolor.

El pesimismo metafísico de Schopenhauer se expresa en su concepción de una voluntad torturada.

La voluntad es esfuerzo infinito, un impulso ilimitado, por ello no puede alcanzar nunca la satisfacción o un estado de tranquilidad. Su esfuerzo es continuo pero nunca alcanza. Lo que llamamos felicidad o goce no es más que el cese temporal del deseo. El deseo, como expresión de la necesidad y del sentimiento de privación, es una forma de dolor. Por ello la felicidad es la ‘liberación del dolor, la superación de la necesidad’; es real y esencialmente negativa, y en ningún caso positiva. No tarda en transformarse en aburrimiento y, entonces, el deseo de satisfacción resurge de modo natural.

La vida es voluntad, la voluntad esfuerzo, el esfuerzo es producto de la necesidad y produce la satisfacción, pero la satisfacción es breve, renacen los deseos y de este modo se perpetúa hasta lo infinito la cadena del mal.


La vida es un eterno oscilar entre el deseo y el hastío.

"Pero la mayor parte de las veces nos negamos a aceptar esta idea, como nos negaríamos a beber una medicina amarga, esta idea de que el dolor es esencial a la vida y no proviene del exterior, sino que cada uno de nosotros lo llevamos dentro de nosotros mismos, como un manantial que no se agota. Siempre buscamos una causa o un pretexto exterior del dolor que no se separa de nosotros; somos como el hombre libre que se crea un ídolo para tener un amo. Pues infatigablemente volamos de deseo en deseo, y aunque ninguna realización, por mucho que prometa, pueda satisfacernos y no ser más que un vergonzoso error, nos empeñamos, no obstante, en no comprender que estamos haciendo el trabajo de las Danaides y corremos incesantemente hacia nuevos deseos."


"Todos hemos nacido en Arcadia, es decir que entramos en el mundo con muchas exigencias de felicidad y goce y conservamos la necia esperanza de realizarlas hasta que el destino nos agarra rudamente y nos muestra que nada es nuestro y que todo es suyo (…) Después viene la experiencia y nos enseña que la felicidad y el placer son puras quimeras que se nos muestran a lo lejos como una imagen engañosa, mientras que el sufrimiento y el dolor son reales, se manifiestan inmediatamente por sí mismos sin necesitar la ilusión o la expectación. Si aprendemos de su enseñanza, dejamos de perseguir la felicidad y el placer y sólo procuramos evitar en lo posible el dolor y el sufrimiento.”



… igual que uno se rasca:

"incluso en el caso de enamoramiento objetivo y por muy sublime que la admiración pueda parecer, a lo único que tiende es a la generación de un individuo...

…toda naturaleza amorosa está enraizada sólo en el impulso sexual, es de hecho tan solo más determinada y especializada y, por supuesto, en sentido estricto, impulso sexual individualizado, no importa lo etéreamente que se muestre a sí misma”

martes, enero 08, 2008

para escribir

una vez leí que alguien decía que el amor es una máquina de guerra contra el mundo. es de esas frases que se me quedan rebotando en las paredes del cráneo, como moviendo los caramelos y estableciendo asociaciones con otras. por ejemplo (soy malo para recordar nombres), creo que era Husserl el que decía que sin expectativa no hay experiencia, lo que me parece que tiene relación con lo que Benjamin dice que les pasaba a los que volvían de la primera guerra mundial, que se quedaban callados, perdían la experiencia. esas son lecturas que tengo pendientes, por falta de tiempo. hablando de tiempo, otra que me da vueltas: “el que carece de todo, carece también de tiempo”… podría extenderse hasta el infinito, no?, como una telaraña.. lo suficientemente sólida
pero bueno, volviendo a la primera frase. Sócrates pensaba que si las personas actuaban mal, era sencillamente por ignorancia. Celine dice, en una novela autobiográfica donde el personaje vuelve de la primera guerra:
“si la gente es tan mala, es quizá solamente porque sufre, pero es muy largo el tiempo que media entre el momento en que ha dejado de sufrir y aquel en que se vuelve un poco mejor”

Pizarnik: “la lengua es el órgano del re-conocimiento”; tendría en mente, entre otras cosas, a la anámnesis? Platón admiraba a Sócrates, a quien consideraba el verdadero filósofo. y de alguna manera explica que no creer en el Bien, o en el amor, lo que motoriza la búsqueda de conocimiento en vistas del buen obrar, nos hace caer en la indolencia. lo pienso como la ilusión de una presencia entre todas las palabras. el que se queda solo se envilece. como el sujeto cartesiano. representado en el horror que Giannuzzi nos enseña ante los objetos que nada le responden: esa mesa, ese papel y ese fuego. bien, ahora, no hay que acometerlo como la búsqueda de la pureza, algo de lo que no es nada sencillo desprenderse. o, en todo caso, estas son las cosas que me dan vueltas por la cabeza: la diferencia de potenciales es lo que genera la circulación de una corriente cualquiera, ésa es la clave de todo movimiento. y a la vez, todo movimiento busca el reposo, que todo se acabe, que la energía se liquide. pensemos en el deseo si se nos canta..

ahora, algunas cosas como estas se salvan de la gran barredora del tiempo. y de vuelta Celine dice: “decididamente, lo más interesante pasa siempre en la sombra. nada se sabe de la verdadera historia de los hombres”
entonces, los esclavos, en la grecia antigua, cambiaban de nombre como de dueño. esto daba que pensar al filósofo, daba para pensar la arbitrariedad del nombre..

en fin, creo que todo lenguaje (hasta el más riguroso) es metafórico, y que por tanto se trata siempre de ficciones que posibilitan pensar la realidad indirectamente. uno tiene que decidir en cuales está dispuesto a creer, de cara a los hechos, la única verdad de este mundo es la muerte. todo esto no servirá para nada más que para escribir?

“Nosotros, a tientas, íbamos en busca de nuestra felicidad, rabiosamente amenazada por el mundo entero. Nos sentíamos abochornados por esas ganas, pero de todos modos había que hacerlo. ¡Es más difícil renunciar al amor que a la vida! Nos pasamos el tiempo, en este mundo, matando o adorando, y al misma vez. «!Te odio! ¡Te adoro! » Nos hacemos fuertes, nos entretenemos, pasamos la vida al bípedo siguiente con frenesí, a cualquier precio, como si fuera formidablemente agradable tener una continuación, como si esto, a fin de cuentas, nos hiciera eternos. Ganas de besarse a pesar de todo, igual que uno se rasca.”