El Diletante Guacho Fané

En el seno del sufrimiento hallé el sendero secreto del deleite...

viernes, mayo 16, 2008

Altazor, nacido a la muerte de Cristo.


“por entre las fuerzas misteriosas que ceden,
la criatura humana entablará las más puras relaciones
con todas las cosas que tiemblan en su halo sensible
esperando nuestras miradas amorosas y nuestras caricias inteligentes...”
Juan L. Ortiz


El proyecto de escritura que el poeta chileno Vicente Huidobro despliega en sus manifiestos y conferencias tiene una fuerte repercusión en su poesía. De hecho, la reflexión sobre la misma poesía y sobre el lenguaje encuentra continuidad en sus poemas. Puede afirmarse que es en este sentido en el que muchos críticos se refieren a su poesía como metapoesía, es decir, una poesía que habla de la poesía.

A partir de 1914, fecha en la que presenta su escrito “Non serviam”, pueden observarse una serie de lineamientos que va a mantener a lo largo de su obra. Así, once años después de esta primera intervención, y en ocasión de la reciente aparición de los manifiestos dadaístas y surrealistas, ratifica de esta manera su postura: “Después de lanzados los últimos manifiestos acerca de la poesía, acabo de leer los míos y, más que nunca, me afirmo en mis antiguas teorías.”[i]
Ahora bien, ¿cuales son esas teorías en las que se reafirma y de qué manera se hacen presentes en su práctica poética? Lo que intentará mostrarse es que los postulados son claros y precisos, y que se verifican coherentemente en sus composiciones poéticas.
La conferencia “Non serviam” anuncia ya desde su título la idea principal que va a desarrollar: ruptura con el lenguaje mimético. El poeta no debe buscar una escritura que sea una representación especular de la naturaleza, del mundo exterior como verdad preexistente. Al contrario, lo que debe hacer es romper con el realismo[ii] y con la función referencial del lenguaje, y si queda algo a imitar de la “Madre Natura”, se tratará solamente de su capacidad creadora. Sostiene que la poesía no se construye con el lenguaje cotidiano, sino que, por el contrario, “el valor del lenguaje en la poesía esta en razón directa de su alejamiento del lenguaje que se habla”[iii]
Entonces, primera propuesta: total libertad creadora y alejamiento del lenguaje referencial. Esta ruptura repercute inmediatamente en la idea que se tiene del poema. Dado que éste no reproducirá las leyes naturales, o mejor dicho la lógica cristalizada que el sentido común proyecta hacia la realidad como inherente a ella, no se tratará entonces de un texto o comentario sobre el mundo, sino de una cosa más en el mundo: las cosas que existen-en el poema existen-por el poema, y no a causa de las cosas que existen previamente. Así es que, en tanto escribir un poema es una acción por medio de la cual se agrega una cosa más a lo que hay, se trata de una forma de intervención en la realidad. Enfatizando la autonomía del poema, Huidobro se dirije al poeta como al que tiene el deber de crear nuevas realidades, o como él mismo dijera en 1916: “Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra”[iv]
Esta cita es extraída de un poema, con lo que, si bien se trata de un arte poética, comienza ya a observarse la correspondencia entre práctica y teoría. En cuanto a lo de “cuida tu palabra” (si se considera que esta declaración es realizada dentro de un contexto histórico-poético fuertemente anti-racionalista), a lo que se apunta es a remarcar la función de “control” o elaboración intelectual que el poeta tiene sobre su escritura. No se trata de un automatismo, ni de un azar, sino de una intervención intencionada; aunque no puramente racional. Existe también una postura estética que busca evitar sentimentalismos o adjetivaciones excesivas que son consideradas como un adorno innecesario, pero no es esto lo que se analizará.
En “Manifiesto de manifiestos” explica largamente la imposibilidad de aislar una sola de las facultades del pensamiento para luego efectuar la escritura poética a partir de ello. Antes bien, el poeta alcanza la actividad creadora a partir de una especie de estado de hiperlucidez donde todos sus sentidos se encuentran en máxima tensión. No se trata de un papel pasivo el que juega allí, como afectado por el exterior o un interior que le es ajeno y lo impulsa, sino que su rol es completamente activo, haciendo converger la totalidad de las facultades de su personalidad en el momento de configurar los elementos de su poema. La razón, en ese estado, asiste a la producción del delirio poético. En última instancia, la razón tamiza u organiza al delirio. De esa manera explica Huidobro el estado de atención extraordinaria que debe alcanzarse para crear poesía. En el fragmento de Altazor que nos ocupa (versos 431 a 636 del “Canto V”), una de las imágenes que utiliza es la del molino:

“Así eres molino de viento
Molino de asiento
Molino de asiento del viento
Que teje las noches y las mañanas
Que hila las nieblas de ultratumba
Molino de aspavientos y del viento en aspas
El paisaje se llena de tus locuras.”[v]

El poeta es una suerte de molino donde el viento se asienta iniciando el engranaje. Se trata aquí de una inversión: transmutar a la naturaleza haciendo de ella un insrumento, y no al revés como en el lenguaje mimético. El molino hila y teje; el poeta es quien va a establecer las relaciones que hay entre los objetos. Descompone y recompone para poblar el paisaje.
Aquí ya comienza a verificarse un aspecto fuerte de su propuesta: no se trata de las relaciones de un lenguaje ordinario o representativo, sino de relaciones de carácter preformativo, que subyacen y que esperan por el poeta para ser creadas. Huidobro expresa que el poeta es quien sorprende la “relación oculta” que existe entre las cosas más lejanas, quien trae lo nuevo desde el caos de lo innombrado. Si el lenguaje convencional representa al mundo, el poeta habla fuera del mundo, ampliándolo. El objetivo del poeta es la metáfora inédita y de máxima extensión. En ella reside lo que Huidobro llama el “efecto trascendental”, inquietante, maravillador, que es el propio de la poesía. Las relaciones cristalizadas en el lenguaje ordinario podrían tener el mismo origen delirante, con lo que se pone de relieve su carácter arbitrario y convencional. Como si dijera, “actualmente son estas, pero no son las únicas posibles”. Este rasgo bien podría hacerse extensivo a una posición política, en tanto una mirada del mundo es una mirada política y lo que busca el poema es hacer peligrar cierto orden simbólico establecido.

Siguiendo la lectura de Andrea Ostrov: “el poema de Huidobro sugiere que la metáfora es estructuralmente constitutiva del lenguaje. El poema muestra la dimensión metafórica general del lenguaje”[vi]. Todo lenguaje es metafórico, y en su función representativa sirve para pensar indirectamente una realidad que es esencialmente imposible de alcanzar. El poema continuamente cuestiona la estructuración y las articulaciones que un lenguaje hegemónico propone para lo real. Tiene que ser una lente que distorsione, o un molino que roya el lenguaje cotidiano, como aquí, donde el poeta recombina arbitrariamente en lo interior de la palabra:

“La farandolina en la lejantaña de la montanía
El horimento bajo el firmazonte”[vii]
Así va sugiriendo el lugar de la poesía como pura-posibilidad en la medida en que opera una apertura hacia la infinita combinatoria. También en este otro fragmento, poniendo en cuestión la fijeza de las funciones sintácticas:

“La cascada que cabellera sobre la noche
Mientras la noche se cama a descansar
Con su luna que almohada al cielo
Yo ojo el paisaje cansado
Que se ruta hacia el horizonte
A la sombra de un árbol naufragando”[viii]

O incluso en este otro fragmento, llamando al poeta a profetizar y a alentándolo a que se exacerbe en su fiebre lírica, aún conservando, en esta parte del poema, la sintaxis, pero creando palabras nuevas -ya que, como se señaló con anterioridad, cuenta con una total libertad- buscando hablar en el lenguaje de las cosas:

“Y hablo como mar y digo
De la firmeza hasta el horicielo
Soy todo montalas en la azulaya
Bailo en las volaguas con espurinas
Una corriela tras de la otra
Ondola en olañas mí rugazuelo
Las verdondilas bajo la luna del selviflujo
Van en montonda hasta el infidondo
Y cuando bramuran los hurafones
Y la ondaja lanza a las playas sus laziolas
Hay un naufundo que grita pidiendo auxilio”[ix]

Aún más, en plan de mostrar de qué manera el lenguaje del poeta va creando la realidad o es en sí mismo la realidad: “Soy luciérnaga”, “Y no sólo soy luciérnaga / sino también el aire en que vuela”, “Y luego soy árbol”. Con lo que nuevamente no es una subjetividad que representa la escena del mundo objetivo, si no que el poeta es, no sólo los personajes que están en esa escena, sino también la escenografía y el escenario. La naturaleza, entonces, de ninguna manera le dicta lo que él tiene que escribir, sino que es éste quien se hace cargo de su papel creador, relacionando lo que incluso en apariencia parece imposible de relacionar:

“Yo soy el rey
Los ahogados florecen cuando yo lo mando
Atad el arco-iris al pirata
Atad el viento a los cabellos de la bruja
Yo soy el rey
Y trazaré tu horóscopo como un plan de batalla”[x]

Así es como el poeta tiene el deber de trazar nuevas dimensiones de realidad y de partir en busca de la poesía en el misterio de lo aún no-dicho. Su deber es trabajar sobre el material verbal y, así, royéndolo, operando sucesivos desplazamientos, lograr extensivamente la desconstrucción de una realidad naturalizada, pero no necesariamente única y verdadera. Huidobro muestra en lo formal de su escritura esos desplazamientos, hasta llegar hacia el final de Altazor y por el camino de una desarticulación progresiva, a la disolución misma del lenguaje.

“¿En dónde está el arquero de los meteoros?
El arquero arcaico
Bajo la arcada eterna el arquero del arcano con su violín violeta con su violín violáceo con su
violín violado”[xi]

No es una pura desconstrucción, sino una construcción que siempre está comenzándose. El “Manifiesto tal vez” de 1924 así lo expresa. ¿De qué manera? Comenzando con una negación, siguiendo con una pregunta, y lanzándose a la búsqueda[xii]. En todo momento es el trabajo sobre el lenguaje, al que se lo observa con mirada extrañada y con plena conciencia de la inexistencia de una relación unívoca con la realidad, el que le permitirá entonces al poeta, quizás, flechar alguno de esos secretos eternos, y tal vez llenarse los ojos con él para luego vaciarlos en su canto.




Notas


[i]Vicente Huidobro, “Manifiesto de manifiestos”, en Celina Manzoni, Vanguardias en su tinta, Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 2007, pg. 66.
[ii]Como aclarara también en su “Manifiesto de Manifiestos” de 1925: “El realismo en el sentido usual de la palabra, es decir, como descripción más o menos hábil de las verdades preexistentes, no nos interesa y ni siquiera lo discutimos, pues la verdad artística empieza allí donde termina la verdad de la vida.”
[iii]Vicente Huidobro, “La poesía”, en Daniel Freidemberg y Edgardo Russo, Cómo se escribe un poema: español y portugués. Rubén Darío...(et al.), Buenos Aires, El Ateneo, 1994.
[iv]Vicente Huidobro en Celina Manzoni, Vanguardias en su tinta, Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 2007, pg. 65
[v] Vicente Huidobro, “Altazor o el viaje en paracaídas. Poema de VII cantos”, en Vicente Huidobro, Antología Poética, Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 2007, pg. 162. En adelante, los versos que se citen del poema corresponden siempre a la misma edición.
[vi] Andrea Ostrov, “Altazor de Vicente Huidobro: la realidad en el lenguaje”, en María Cecilia Graña (compiladora), La suma que es el todo y que no cesa: el poema largo en la modernidad, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2006, pg. 42.
[vii] Ibid., versos 477-478, pg. 163.
[viii]Ibid., versos 497-502, pg. 164.
[ix] Ibid., versos 545-555, pg. 165.
[x] Ibid., versos 611-616, pg. 167.
[xi] Ibid., versos 625-627, pg. 168.
[xii] Allí Huidobro declara: “Nada de caminos verdaderos y una poesía escéptica de sí misma. ¿Entonces? Hay que buscar siempre.”

incomprobable

hasta donde entiendo, Plotino sostenía lo siguiente:
la carga ontológica de todo lo que es se va gastando según distintos niveles de realidad. ésta se despliega a la manera de un árbol, volviéndose cada vez más múltiple y degradándose en cada nodo hasta llegar al “no ser” de la realidad material. el Principio ontológico que sostiene todo este sistema arbóreo es otra forma de “no ser”, otro significado para esta negación que no va por el lado de ser pura privación (de carga ontológica), sino por ser de carácter indeterminado. todo lo que es, es algo determinado (en el sentido en que “es” esto o esto otro); en cambio del Principio de todo (este Uno informe, indeterminado, impensable), que podríamos incluso reformular como el “¿qué es?”, decimos que “no es” en tanto se opone a lo que es-determinado. además, es un “no ser” sobreabundante, y en este sentido, lo que “realmente es”, ya que, al desbordarse de sí mismo, genera todo lo que hay.



por último, este Uno es principio de toda posibilidad: todo lo que es, es porque pudo ser. de hecho, y refiriendo a la primera frase, todo lo que es, es despliegue de ese Uno, que se va disolviendo, hasta agotar su carga ontológica a lo largo de lo que, sin embargo, se presenta como un continuo espiritual. se va como difuminando...

el lugar que ocupa la mente en este esquema es interesante. también el acceso místico a lo Uno..