Ayer en el tren...
Ayer al atardecer me subía al tren con la única intención de hacer repiquetear mi cabeza contra el vidrio de la ventanilla durante el segundo que tarda en llegar a Paternal si acaso logro dormirme. Sin que haya siquiera arrancado ya estaba en eso, todo apoltronado en un vagón preferido por su luz tenue, de un opaco dorado que era un arrullo de ángeles! De pronto (como suelen hacerlo estos aparatos) sonó un celular por detrás mío, cosa que no iba a lograr desatenderme de mi menester ni me llamó mayormente la atención, salvo por resultar que el ring-tone era el solo de Slash en la intro de Sweet Child of Mine (brindo por tu buen gusto, pensé apenas…) Ni bien el dueño atendió el llamado me pareció reconocer la voz; después de los saludos de rigor me di cuenta de que iba a viajar con Leito.
Hice una cosa que de entrada no me pareció extraña: quise aguzar mi percepción auditiva y terminar de reconocer esa voz abriendo los ojos; al caer en esto me puse a pensar en lo estúpido que es este hábito y concluí en que seguramente estaba preparando el terreno para darle el caramelito a mi curiosidad y satisfacción a esa asquerosa necesidad de certezas esforzando el cuello para ver.
Despreciando mi reacción sostuve el impulso de la costumbre, y elegí que el encuentro debía quedar así. Fue pisarle la túnica a mi alma. Estaba escuchando esa voz cálida, que nace mas abajo de las cuerdas vocales, hablando con un tal Vicente (quizás de laburo... qué me importa!) empezando a saber que la ternura de ese momento era a ciegas. La voz aterciopelada y de amistosa tristeza de este personaje me había deleitado hasta el momento solo de manera inconsciente, y ahora me estaba haciendo entender con su cadencia casi afónica, que no podía entregarme a esa falta de sensibilidad que significaría destruir la experiencia tal como se presentaba. Fue así que me encontré buscando evadir la naturaleza golosa de la vista y la conducta de la razón que se encadena a toda luz.
Después de esto, y al tiempo que Leo seguía hablando, sobrevino la apacibilidad y la danza del espíritu al ritmo de su presencia, el orgullo por mi dignidad y el disfrute ante ese encuentro tan
leve
No quise mas dormir, había ganado una vez
y la birome empezaba a flotar
para dar testimonio
de la magia
--------------------------------------------------------------------------------------
Le bajé la vista
Y a lo mejor era una mujer increíble
una ofrenda del mejor sexo
con su vieja campera de mierda
y su mirada de pared húmeda, descascarada
Hice una cosa que de entrada no me pareció extraña: quise aguzar mi percepción auditiva y terminar de reconocer esa voz abriendo los ojos; al caer en esto me puse a pensar en lo estúpido que es este hábito y concluí en que seguramente estaba preparando el terreno para darle el caramelito a mi curiosidad y satisfacción a esa asquerosa necesidad de certezas esforzando el cuello para ver.
Despreciando mi reacción sostuve el impulso de la costumbre, y elegí que el encuentro debía quedar así. Fue pisarle la túnica a mi alma. Estaba escuchando esa voz cálida, que nace mas abajo de las cuerdas vocales, hablando con un tal Vicente (quizás de laburo... qué me importa!) empezando a saber que la ternura de ese momento era a ciegas. La voz aterciopelada y de amistosa tristeza de este personaje me había deleitado hasta el momento solo de manera inconsciente, y ahora me estaba haciendo entender con su cadencia casi afónica, que no podía entregarme a esa falta de sensibilidad que significaría destruir la experiencia tal como se presentaba. Fue así que me encontré buscando evadir la naturaleza golosa de la vista y la conducta de la razón que se encadena a toda luz.
Después de esto, y al tiempo que Leo seguía hablando, sobrevino la apacibilidad y la danza del espíritu al ritmo de su presencia, el orgullo por mi dignidad y el disfrute ante ese encuentro tan
leve
No quise mas dormir, había ganado una vez
y la birome empezaba a flotar
para dar testimonio
de la magia
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Le bajé la vista
Y a lo mejor era una mujer increíble
una ofrenda del mejor sexo
con su vieja campera de mierda
y su mirada de pared húmeda, descascarada
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