El Diletante Guacho Fané

En el seno del sufrimiento hallé el sendero secreto del deleite...

lunes, julio 10, 2006

viernes, vértigo

07/06/07

Cuando salía del laburo tenía que ir derecho a realizar un trámite para mudarme de AFJP. Acordé la cita para las 18.20. Llego, puntual, 18.35.
Este tipo de vendedores son una raza aparte. Otro día voy a hablar de la verborragia feroz de estos seres.
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Cuando me piden los datos, los voy proporcionando con toda la calma que uno puede tener a los 22 años, una vez que ya los ha confiado un buen número de veces. Resultó que Fernanda (mi agente) vivía a tres cuadras de mi casa...
Cuando nos despedimos me apresuré (un poco por evitar cualquier propuesta) en anunciar que iba a visitar esa librería que está ahí en frente. No tenían nada interesante para mi y en realidad tampoco estaba buscando nada en particular, pero de repente cuando estaba dejando el local, el clima atípicamente caluroso de esta parte del invierno, con su humedad y todo, me invitaba al paseo. ¡Y entonces me puse a pasear! Caminé largo y tendido por Avenida De Mayo, visité alguna otra librería y me terminé comprando 2 libritos y 2 más de pintura.


Ahora mientras escribo esto estoy escuchando “Os velhos amantes” por Mísia y estoy tratando de entender una cosa. ¿Por qué estando tan apaciguado (o con una alegría frugal como me gusta decir) me pasa que puedo disfrutar de una canción de amor tan declamatoria como esta?
Y bueno, arte por arte vamos desarmando; arte por arte trovando lo esencial. ¿Tenemos miedo a la muerte? ¿Nos escupe ella lo absurdo de todo? Solo el arte es eterno, y ese es el único objetivo que uno puede tener en la vida: ser arte.

Al mediodía me fui a hacer un pequeño trámite al Banco Nación, cuando volvía me acariciaba un viento fresco y moderado que me hacía flamear la corbata. Voy a definir este día de manera que quede claro de ahora y para siempre cual es la utopía. Deslumbrante y con la temperatura ideal, de claridad esplendorosa y con un medida exacta de vapor en el aire, tengo que decir que este era el ideal “dia de club”. El día de club es lo mejor que existe. Creo que así debería ser la vida todo el tiempo, y ése debiera ser el contexto en el que se tendrían que desarrollar nuestras relaciones con los demás.
También mientras volvía vi a un operario que conozco (un tipo que viene a hacer el mantenimiento de las UPSs de mi laburo), agachado contra la pared de la vereda, guardando cosas en su valija. El pensamiento transitó por lo siguiente:
Este muchacho es casi invisible ahora: ahora mismo en la calle ocupado con
su valija y ahora mismo en estos tiempos realizando su laburo.
Los viejos artesanos también lo serían en su época. Un orfebre, un herrero, etc.
Esos otros muchachos harían su laburo indispensable desde la invisibilidad.
Una vez que se extinguen los evocan los nostálgicos que los trataron. Una vez
que se extingan todos estos oficios de mi época (debido a mi laburo trato con
un cantidad de operarios de mantenimiento de este estilo: máquinas de café,
cerrajero, UPS, electricidad, red de incendio, etc.), ¿uno se va a lamentar o va
a entenderlo como un proceso evolutivo?
Bien, pareciera que en los ejemplos que doy acaso no haya ninguno que pudiera
ser devastado por la evolución. Parecen indispensables. Pero, en todo caso, es
indescifrable lo que pudiera suceder. Estoy convencido de que el avance
tecnológico (nos) va a volver prescindible a más de uno.
Y ahora nosotros, ¿deberíamos sollozar por la ausencia del afilador?... ¿de los
dinosaurios?.
Esto también pareciera ser adaptativo en el sentido darwiniano.
Dice Buk: “Lo que más importa es lo bien que caminas sobre el fuego”